Te espero, en el lugar donde los sueños pueden dejar de serlo.
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lunes, 19 de febrero de 2018

El mundo de los sueños


No existe palabra exacta que pueda describir lo que siento, al igual que no existe escala que me permita situar en un punto concreto el nivel de mis sentimientos. 
Ojalá pudiera verse a través de mis ojos o leerse a través de mi mente. 
Me encantaría decirle que la adoro como es, con cada preciosa curva, cada hoyuelo, cada línea de su silueta, cada pequeño lunar que la conforma. 
Confesarle que no hay mejor música que la producida por su voz ni mejor melodía que el sonido de su risa. 
Decirle que no hay vista más bella que el pardo de sus ojos, que mi mejor refugio sería la guarida formada por sus brazos y que la cama donde hallar mejor descanso sería la de su pecho; que adoro el paisaje, único y precioso, que dibuja su cuerpo. Que daría lo imposible por trazar en su espalda el mapa de mis más secretos sueños.
Pero no puedo evitarlo y, como impulsado por un resorte magnético, al lugar donde se encuentra, me acerco, aprovecho la magia y la belleza que esconde la noche para contemplarla en su sueño haciendo que mi corazón cante en los adentros de mi pecho. 
Ahí está, en su lecho, con la calma que precede un bello sueño y con una pequeña sonrisa dibujada sobre su rostro y acentuando sus hoyuelos.
Existe un lugar secreto en el que nadie me puede separar de ti, en ese lugar te pertenezco, en mis pensamientos, en mis sueños. Los dos únicos mundos donde puedo amarte sin barreras ni ningún impedimento.
Es la hora. Ha llegado el momento que más anhelo cuando el día termina y la luna nos alumbra desde el cielo. Es el momento de los sueños. ¿Dónde quieres viajar? Yo puedo llevarte al fin del mundo, puedo conducirte hasta el lugar donde nacen y habitan las estrellas o al paraje más simple del planeta, si así lo deseas.
 Vamos a estar juntos mientras dure la noche en nuestro mundo secreto: en el mundo de los sueños. Un mundo donde puedo abrir los ojos y tenerte enfrente, fundirnos en un beso que haga que el planeta tiemble.
Si tardas en encontrarme, no te preocupes, es nuestro sueño y puedes construir el camino que desees. Deambula por el sendero marcado por tus pasos sin ir en busca de nada, simplemente camina fusionándote con el tiempo que de una manecilla a otra se traslada, mientras a su vez la vida de largo pasa y la noche y los sueños acaban.
De pronto, en medio del camino, una luz hallas.
No la buscabas pero llegó a ti, se llama felicidad y está esperándote en medio de la nada. Antes era como una estrella: luminosa, visible pero inalcanzable y tan lejana. Y ahora está frente a ti dispuesta a acunarte con sus alas si escoges el camino en que ella anda.
Lo sabes, tu corazón ha hablado y con latidos se ha expresado pronunciando un nombre. Ya casi estás llegando.

Yo estaré ahí, al final de ese camino, esperándote.


Quizá me encuentres sentado en un banco, con una rosa roja en la mano o, tal vez, sobre un lienzo dibujándote.

jueves, 1 de febrero de 2018

Oda al cielo

Feliz cumpleaños papá, ojalá allá donde estés puedas leer esto.
No sé cómo empezar, la lágrimas nublan mi visión, surcan por mi cara sin control cuando te pienso. 
Con qué dificultad acuden a mis labios las palabras cuando más las necesito, me recuerdan al aleteo de un ave que se pierde volando a ras del cielo. Aparecen con el sigilo de un gato, pero desaparecen como la sombra en medio de la oscuridad en mi eterno letargo.
Recuerdo cuando te acercabas a mi lado, tomabas una de mis manos entre la calidez de las tuyas para plasmar un beso en ellas y acariciabas mi cabello en la mañana, antes de marcharte como un rayo en el cielo.
A veces contemplo la oscuridad de la noche desde mi ventana, miro al cielo, a las estrellas y me pregunto donde estarás ahora.  
Recuerdo cada instante, cada caricia, cada sonrisa, cada momento.
El tiempo pasa, la niebla es densa, la herida duele y la vida, por momentos pesa.
Y mientras tanto voy recorriendo mis propias estaciones.
Primero me pierdo en mi otoño, donde marchito como las flores. Las lágrimas caen al vacío y se marchan, como marchan las hojas caídas mecidas por el viento, dejando el alma desnuda y al descubierto. Por ello, siento más que nunca la llegada del invierno. La fría brisa me recorre por completo, navegando por el mapa de mi cuerpo. Un cuerpo helado como un témpano de hielo. Pero sé que llegará la primavera y, como si un baile de colores fuera, florecerán los sentimientos, resurgiendo de su fría oscuridad de nuevo. Y un día llegará el verano, disfrutaré de la calidez de los rayos del sol sobre mis pétalos, iluminándolos, haciéndolos brillar de nuevo. 
Supongo que es el proceso; un proceso agónico, eterno.
Y aunque decirte esto pueda resultar inverosímil, a veces recuerdo el aroma de tu perfume tan perfectamente invocado que en vez de ser un simple recuerdo es como si realmente estuvieras aquí, a mi lado.
Será porque te extraño porque mi corazón anhela tu voz que cuando era pronunciada por tus labios se convertía en un bello canto.
Cuando llega la oscuridad vienes a mí como el cielo a un pájaro y veo tus alas saliendo a mi paso. Te estaré esperando como cada noche perdida en el abismo de este ocaso. Acúname entre ellas, déjame perderme en la calidez de tus abrazos. 
Siempre te aguardo, en el único lugar donde todo es posible, donde no existe lo incierto. Donde cada noche acudo, allí es donde te espero: en el lugar donde te tengo, en el lugar los sueños pueden dejar de serlo.